"Tumbar una estatua es tan histórico como construirla " (Primera Parte)

Entrevista a Julio César Guanche y Maikel Pons Giralt.

Monumento a José Miguel Gómez en el Vedado, La Habana 
Fotos: Recopilación de elveraz.com

Tras el debate generado por el artículo “Monumentos al racismo en Cuba” de la autoría de Frank García Hernández, publicado por este blog el 15 de junio de 2020, el Consejo Editorial consideró necesario aclarar algunos puntos sensibles que la polémica expuso. Para ello, COMUNISTAS entrevistó a los profesores e investigadores Julio César Guanche y Maikel Pons Giralt. 


 Antes de la masacre de 1912, ¿quién era José Miguel Gómez y cómo fue su gobierno?

Un texto de una revista patriótica cubana, la Revista de Cayo Hueso, nos ofrece un boceto biográfico de José Miguel Gómez (JMG). Es interesante porque se trata de un texto de 1898, previo a su carrera política republicana.
JMG nació en Santi Spíritus el 6 de julio de 1858 y murió el 13 de junio de 1921 en Nueva York. Se unió a la guerra, como soldado raso, en el propio 1868. Terminó la Guerra Grande con el grado de teniente. Estuvo en la Guerra Chiquita, con Serafín Sánchez. En ella, se destacó y recibió los grados de teniente coronel. Durante la interguerra, se hizo de una posesión económica desahogada. 
En 1895 se lanzó a la lucha en septiembre y en febrero obtuvo el grado de coronel por una famosa y heroica acción. Entre el 96 y el 98 se destacó de “manera excepcional”. La revista de Cayo Hueso concluye su reseña diciendo que “El generalísimo Máximo Gómez tenía y tiene confianza ilimitada” en JMG y que en la región de Santi Spíritus, “José Miguel Gómez es una de las figuras revolucionarias más admiradas y se le tiene allí como un ídolo.”

JMG, su esposa y familia

En 1898 era General de División. Ganó la Presidencia para el mandato 1909-1913. Para entonces, era Mayor General, y uno de los líderes del Partido Liberal —que se separaría
en varias facciones, entre las cuales José Miguel acaudillaba a los “miguelistas”—. Estuvo casado con América Arias (1857-1935) —patriota, enfermera, proveniente de familia de buena posición económica, correo y mensajera mambisa y capitana del Ejército Libertador—. De su unión nació Miguel Mariano Gómez Arias, que fue alcalde de la Habana y Presidente de la República entre mayo y diciembre de 1936.
Entre el “haber” del Gobierno de JMG, deben mencionarse, según los recoge Mario Riera: la Construcción del Ferrocarril del Norte (Santa Clara, Nuevitas); la aprobación de leyes sociales como la Ley del Cierre de Establecimientos Comerciales; la Ley de la prohibición de pagos con fichas o vales a los trabajadores azucareros; la Ley creadora de Granjas Agrícolas, la Ley de jornal mínimo de un peso a los obreros contratados por el Estado, Provincia y Municipio; la Ley para la creación de Escuelas de Comadronas; la Ley que establece Escuela Nocturna para Obreros, y la Ley creadora del Barrio Obrero de Pogolotti. Bajo su mandato se finalizaron las obras de pavimentación y alcantarillado de La Habana y Cienfuegos.
Otra cara de su gobierno fue la corrupción. Dejemos hablar a Lino Dou sobre este aspecto, que puso por escrito y en público: “numerosos fraudes cometidos desde aquel misterioso robo de Miguel de la Torre hasta el último encontrado en Loterías y los grandes negocios hechos, desde la prórroga en la concesión de los teléfonos, hasta la venta del hierro viejo y el canje del arsenal”. 
Para Dou, patriota y destacado líder antirracista, que militaba en el partido opuesto a JMG—el Conservador—, el presidente “no ha sido justo y para comprobarlo, basta con recordar los numerosos hechos delictuosos que han quedado en el misterio, desde el asesinato de Labastida hasta la tentativa de Pino Guerra”. “No ha sido respetuoso con las leyes, habiendo violado la Constitución numerosas veces, al extremo que en varias ocasiones lo ha reconocido el Tribunal Supremo.” “No ha tenido patriotismo, a tal extremo, que son varias las conspiraciones fraguada por sus agentes sin tener para ello en cuenta el daño que Cuba hacen.” 
Dou concluía que JMG “No ha sido veraz pues en numerosas ocasiones se ha comprobado que hasta los mismos datos oficiales había mentiras puestas maliciosamente.” Por su denuncia, JMG lo acusó por perjurio, pero el proceso no prosperó. Hoy la gran mayoría de las acusaciones de Lino Dou se mantienen como ciertas.
JMG fue un representante típico del fenómeno del caciquismo en la cultura política cubana, representativo del Grupo de las Villas. Tiene presencia en la cultura cubana de varios modos. Hubert de Blanck compuso un himno a la República, que le dedicó a JMG al momento de ganar la presidencia. Es conocida la frase “Tiburón se baña, pero salpica.”
JMG jugó abierta, continua y decisivamente con la Enmieda Platt como garante del soporte del sistema político y social de la época y de sus actores dominantes. En 1906, participó de la llamada “revolución” de ese año. En entrevista con el ministro estadunidense Squiers, solicitaría, junto con Zayas, la intervención norteamericana. Su gobierno nació de la segunda ocupación, y del rediseño que esta hizo del sistema político cubano para evitar “convulsiones” como la de 1906. Ese diseño se dirigía a resolver la necesidad de rotación intraélites. Su partido volvió a ser decisivo en los sucesos de 1917, en los que también se manejó la petición de intervención estadunidense. Al ser el presidente cubano al momento de la protesta de 1912 es el principal responsable de la masacre cometida entonces.

 Sobre el programa del Partido de Independientes de Color (PIC) se ha lanzado el manto de que eran racistas y que, incluso, pidieron la intervención norteamericana; a su vez, otros afirman que fue uno de los programas políticos más avanzados de la época. ¿Qué de falso y de cierto hay en estas afirmaciones?

Programa político del PIC


El PIC representaba, como ningún otro partido político cubano en 1912, las demandas del nacionalismo popular latinoamericano en esa fecha. La propuesta central de este era la inclusión de la cuestión social y de los sujetos preteridos por el discurso nacional. 
Las demandas de educación popular y nacionalismo, de asentar al Estado sobre una mayor base social, la crítica extendida contra la corrupción y las exigencias de redistribución de la riqueza habían producido en algunas zonas de la América Latina de ese momento la mayor réplica democrática a la concepción elitista manejado por los “ilustrados” de la modernización. 

Miembros  del PIC

En ese sentido era nacionalista la plataforma del PIC y allí radicaba la potencia de su amenaza: apostar por “lo popular” en un Estado oligárquico es el mayor desafío concebible. Al mismo tiempo, su nacionalismo entendía que lo “popular”, en Cuba, estaba especificado por la raza. Observaban que eran excluidos como pobres y como negros. Comprendían que el ser negros era una condición sustancial del origen y mantenimiento de su pobreza. 
El del PIC constituye un programa político enmarcado en la búsqueda de completamiento de la ciudadanía, que disputaba la noción de democracia liberal imperante en ese momento y pretendía descolonizar un Estado enfocado en construir el país a la imagen y semejanza de la “supremacía civilizacional” de su oligarquía.
Muchas de sus referencias atestiguan este compromiso con la soberanía nacional en contra de la injerencia de los Estados Unidos en la región, como en Nicaragua; o en Cuba, cuando denunciaban la situación de ocupación de territorios en Pinar del Río y Guantánamo por parte del gobierno norteamericano.

Martín Morúa Delgado 

El PIC nació de la segunda ocupación. La “tutela” de la Enmienda Platt también fue referenciada por sus miembros. Julián Serra, por ejemplo, lo hacía para identificarla como el gran factor de la política cubana. Serra lo hacía en defensa de la existencia legal del PIC, contra la Enmienda Morúa.

Evaristo Estenoz 

He demostrado (Guanche), en otro texto, que la famosa carta de Evaristo Estenoz (de 15 de junio de 1912), en que el líder del PIC estaría pidiendo la intervención, es falsa. Sin embargo, a él es al que se acusa de traidor por pedir la intervención, y no a JMG que lo hizo expresa y comprobadamente en 1906.

¿Qué fue la "Guerrita de los Independientes de Color" y cuántas víctimas pudo haber tenido?

La llamada “guerrita del 12” fue y es muchas cosas a la vez. Fue una masacre racista. Un brutal crimen de estado. Es un silencio nacional. En los últimos años es un tema muy estudiado y mencionado, pero a nivel de la educación y de conocimiento masivo en Cuba sobre el hecho sigue siendo un proceso muy desconocido.

Imágenes de la masacre contra el PIC 

Sobre las muertes hay cifras muy distintas. El gobierno cubano dio entonces una cifra de alrededor de 2 000 muertos. Ciudadanos americanos residentes en el Oriente del país en el contexto de la protesta estimaron 5 000 ó 6000 muertos. Maritza Elías, historiadora que se ha enfocado mucho en la región de La Maya, estima que solo allí hubo 3000 asesinados. Tomás Fernández Robaina llegó a considerar unos 12,000 muertos. 
Según Louis Pérez Jr. los sucesos del 12 fueron un conjunto de acciones, que combinaron rebelión campesina, con la acción del PIC, con la concurrencia de protestas de actores afectados por el auge de la expansión capitalista hacia el oriente de Cuba. En este sentido, la protesta debe entenderse como parte de la historia de “acción colectiva” en Cuba.

Funerales de Pedro Ivonet

Para Fernando Martínez Heredia fue la imposición a sangre y fuego de un criterio de unidad nacional y la imposición de una noción de intangibilidad del orden existente. Fue una confirmación práctica de cómo la Enmienda Platt creaba infinitos y muy profundos problemas, más allá de todas las promesas de las administración estadunidense, que aseguraba que se encaminaba a “resolverlos”. Fue una prueba de la profundidad del racismo antinegro en la cultura política cubana. Fue la primera gran impugnación del carácter oligárquico y racial del capitalismo cubano, y de la República que lo administraba.

¿Qué cantidad de miembros tenía el PIC? ¿Eran solo negros? ¿ Cómo era la situación sociopolítica de los afiliados?

El propio PIC decía tener 73 mil afiliados en 1910. No estaba integrado solo por “negros”. En una lista de afiliados “a la revolución”, propiedad de Estenoz y ocupada por el Ejército en 1912, este había anotado las generales de cada uno, haciendo constar su color: “negro, pardo o blanco”. 
En 1910, la prensa todavía trataba de “ciudadanos” a los negros cubanos presuntamente complotados entonces. Según un libro clásico del racismo cubano, escrito por Rafael Conte y José Capmany: “Aunque parezca una paradoja, también (había) blancos `Independientes de Color` en 1912 y “Estos resultan aún más criminales que los negros, puesto que su intervención en este asunto es puramente viciosa (…)”.
Los asesinados fueron mayormente negros, pero la etiqueta “negro” se generalizó para todos los complotados, sin importar el color de su piel.

¿Es cierto que el hijo de José Martí tuvo una participación protagónica en la masacre?

José Francisco Martí Zayas Bazán 

José Francisco Martí Zayas Bazán —el hijo de Martí y Carmen Zayas— tuvo un papel protagónico en la protesta del 12. Protegió con celo de militar profesional las propiedades estadounidenses en el oriente cubano frente a las acciones (reales o ficticias, pues se abusó muchísimo de tales “acciones”) de los protestantes. Lo hizo a las órdenes directas de José de Jesús Monteagudo, el jefe del Ejército. Una proclama de JMG felicitando a las tropas por el triunfo/masacre fue distribuida a las tropas. En ella aparece la firma del coronel Martí Zayas Bazán. Su rostro aparece también en el banquete que celebró la masacre racista en el Parque Central de La Habana.

La estatua de Gómez, en Santa Clara, fue erigida durante el mandato de Machado, un año antes de la inauguración del Capitolio. Ocho años más tarde, se inauguró el monumento a José Miguel Gómez. Dos días después, el 20 de mayo de 1936, ascendía a la presidencia de la república su hijo Miguel Mariano Gómez. ¿Cómo reaccionó la sociedad civil cubana en ese momento?, ¿hubo detractores? 

Estatua de José Miguel Gómez  en  Santa Clara 

El debate sobre el Monumento a JMG en la Habana no es una “moda importada”, traída por la destitución de las estatuas de figuras confederadas en los Estados Unidos, proceso que ha intensificado tras el asesinato de George Floyd. 
Es un monumento que se ha discutido en Cuba desde el momento de su propia construcción.
Dejemos hablar a la revista Adelante, un importante espacio de articulación del pensamiento antirracista cubano en los 1930, sobre la historia y el contexto de la construcción de ese monumento (inaugurado en 1936):
“Por eso, Adelante, como órgano oficial de la asociación de su nombre, y vocero autorizado del negro cubano — que no ha sido jamás intransigente, pero que tampoco es olvidadizo— declara públicamente que rechaza la idea, de ese monumento a José Miguel Gómez.” 
Para ese colectivo, el Monumento constituía una aprobación para Gómez, el “autor de aquella vergonzosa proclama racista de 6 de junio de 1912; el responsable máximo de la matanzas del Boquerón y del Yarayabo; de la cacería del batey de “Kentucky”, del incendio de la Maya, y de todo el horror parricida de aquella lucha en que se enrojeció el generalato de Monteagudo, y comenzaron a chorrear sangre las manos asesinas de Arsenio Ortiz.” 

Construcción del monumento  a José Miguel Gómez en el Vedado 

 (Adelante) “no comparte un solo ápice en semejante glorificación que juzga no sólo inmerecida, sino irrisoria para las gentes de su raza. El negro no quiere detenerse ahora en el análisis de si merece o no esculpirse en piedra la pureza administrativa de aquel gobierno. Pero no puede guardar un silencio indigno, ante esta exaltación a lo sublime, que va a consumarse ahora, con el hombre que, después de alentar e impulsar la torpeza de aquellos equivocados que fueron Estenoz, y los suyos —para satisfacer un personal interés político — desató contra ellos la fuerza militar; ordenó la cacería de los "revoltosos", consintió el encarcelamiento de inocentes, la matanza en masa de negros no complicados en la insurgencia; y desencadenó tempestades de odio, entre el blanco preocupado o receloso y el negro vejado y perseguido.

¿Qué memoria se escoge recordar?

La estatua de JMG que preside el monumento de la Avenida G, o de los Presidentes, fue derribada en los primeros años de la revolución de 1959. Con el paso de los años, el monumento fue espacio de sonados performances artísticos. También fue grafiteado lo mismo con calidad que con pésimo nivel. Sufrió enorme deterioro y fue restaurado a fondo a fines de los 1990 por Eusebio Leal y la Oficina del Historiador de la Ciudad. 
En aquel momento, la dirección de la Asociación Hermanos Saíz se mostró crítica ante la restitución de la estatua. En ese debate, donde intervinieron grandes figuras ya desaparecidas como Desiderio Navarro y Mario Coyula, también tomó parte el movimiento cubano de hip hop cubano. La canción “Túmbenlo”, de Obsesión, es un ejemplo de la crítica a la restitución de la estatua. Frente a todo ello, primó, hasta hoy, el criterio de mantener la integridad del monumento y conservar así la estatua.
El problema es que, desde entonces, no se ha hecho alguna propuesta de desagravio al PIC en ese Monumento. Ni siquiera se ha puesto, más de 20 años después de aquel debate, una mínima tarja que consigne el crimen.
En otros lugares del mundo, ese ha sido un recurso. Así se hizo, por ejemplo, en la Law School, de Harvard University. La tarja consigna que fue construido por mano de obra esclavizada, a los que rinde homenaje. Lo mismo se ha hecho, con intervenciones sobre monumentos de esclavistas, en naciones caribeñas donde el pasado esclavista es central —como lo es Cuba—. Existen experiencias así, por ejemplo, en la Isla de Guadalupe. En esos casos, se ha mantenido el patrimonio construido, pero se ha resignificado.

Tarja que rinde homenaje a los esclavos  en Harvard

Varias universidades en EEUU han ido aún más allá de la cuestión simbólica de las tarjas y han hecho reparaciones materiales de esa memoria, concediendo becas a descendientes de esclavizados forzados a construir inmuebles de tales universidades. 
Entre nosotros, el debate más profundo que se puede alcanzar no debería versar solo sobre si tumbar o no la estatua de JMG. En nuestra opinión, se trata de abrir al debate público preguntas sobre cómo defender el patrimonio construido desde una perspectiva crítica, que visibilice las capas de memoria que conviven en un monumento, que visibilice sus exclusiones y promueva el debate crítico sobre qué, quién y por qué se olvida.
Tumbar una estatua es tan histórico como construirla y como reedificarla. Si somos honestos, hay que exigir respuestas sobre por qué se restituye la de estatua de JMG y no, por ejemplo, la de Estrada Palma. En otras palabras, hay que exigir respuestas, construir preguntas y desplegar acciones sobre cuál es la memoria que se escoge recordar.
En todo caso, no se trata de tumbar estatuas sino de elaborar historia y de disputar la memoria. En este campo, afirmamos con responsabilidad intelectual y con indignación moral que Cuba tiene una deuda extraordinaria con la historia monumentaria del antirracismo y con la visibilización de todo su legado.

*Los entrevistados respondieron a este cuestionario y trabajaron sobre el conjunto de las respuestas, coincidiendo ambos con todo lo dicho. Por tanto, aparecen por igual como coautores. No obstante, las preguntas de la primera parte fueron respondidas por Julio César Guanche y las de la segunda por Maikel Pons Giralt 

*Artículos que polemizaron a raíz de la publicación de COMUNISTAS